
Vuelta al blog, vuelta a los orígenes. Esta vuelta me la hizo entender hoy un amigo: hace ya un año que vivo en Oakland, la tierra de los robles. Y Carballo, como sabrán, significa roble. Así que si al Adán de mi genealogía lo apellidaron así (en esa época en que las personas todavía no tenían apellido y hubo que inventarlos) por vivir junto a estos árboles, yo vengo a reconfirmarlo en pleno downtown.
Que no me diera cuenta antes quizás implique lo que yo llamaría "ley de la doble traducción". Uno sabe que A significa C (carballo = roble) y que B significa C (oak = roble), pero uno no se da cuenta de que A significa B (carballo = oak). Es el ABC de la traducción: siempre hay una lengua madre (el español, en mi caso), a la que hay que pedirle permiso para pasar de una lengua hija (el árbol visto en Galicia) a otra lengua hija (el árbol visto en inglés). Como en un árbol para pasar de un rama a otra.
Deleuze mandó fruta; Saussure tenía razón.