

Es raro ir a escuchar música al lugar en el que de día uno nada. Es como ir a aquellas fiestas que no recuerdo por qué razón se hacían en la escuela, y había que caminar el mismo camino de siempre pero en la oscuridad, con las calles vacías (era en un barrio), todo el mundo preparándose para ir a dormir y uno yendo a la escuela.
Al llegar al centro cultural del SUTERH estaba este señor, que anda dando vueltas con su cuarteto desde hace más de cuarenta años, y estábamos nosotros el público, no más de veinte o veinticinco, sentados en unas sillas de centro cultural. La performance, impresionante. El clima, muy distendido. Ahora que todo está de moda, da gusto hacer cosas que no.
En fin, parece que el Tata, al volver de su largo exilio francés hace dos o tres años, se instaló en el barrio de Boedo. Y ahí charló con una vecina de familia italiana y 101 años, que le contó que su padre había conocido a Sarmiento. Cuando era presidente Sarmiento vivía en la calle Sarmiento (antes Cuyo), y todos los días caminaba a la Casa de Gobierno. El padre de esta señora tenía su negocio en la misma calle, y cada vez que Sarmiento lo veía le gritaba, con odio: "¡Tano de mierda!" Quizás el tipo le había hecho algo, quizás Sarmiento estaba nomás afilando su racismo para Conflicto y armonía de las razas. Lo que me importó fue que al contar lo que había dicho Sarmiento el Tata, profesional de la voz y los gestos, imitó a la señora vecina, quien a su vez imitó a su padre que le debía haber contado la historia mil veces. Con lo cual yo ahora estoy convencido de que escuché la voz de Sarmiento.